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que no se abriese la tierra para concluir con su. vida; prueba de ello es aquel divino Pablo, Apdéstol de todas las naciones, vaso de eleccion , portento de la gracia, _ hombre elevado hasta el tere sielo, para oir los secre- tos de Dios y ser su confidente en la tierra, pues se le oye decir, despues de tanta grandeza , que él es indigno > de ser llamado Apéstol. Y en estas palabras no hay fic- cion, ni deseo de vanagloria, ni humildad aparente, ni nada de cuanto enseifia la ciencia vana y la politica sus- picaz y engafadora del mundo; decian de si los Santos lo que pensaban; y pensaban que no eran lo que debian ser, que no correspondian justamente al amor divino, que no adelantaban en el camino del cielo lo que podian avanzar; no se consideraban con relacion 4 otros hom- bres, ora fuesen homicidas, ora sacrilegos, sino con re- lacion & Dios; puestos al frente de este Sér, que es todo amor para con el hombre, se reputaban ellos por los mds ingratos 4 tan insigne Bienhechor. Era, por tanto, para estos héroes cada momento de vida una gracia, cada instante un nuevo propésito, cada hora una época que Dios les concedia ain para amarlo en lo sucesivo,’ ya que hasta enténces no lo habian amado. Asi pensaban de si los Santos. - ¢Qué progresos tan grandes no debian hacer los que asi conocian su nada? Esta segunda verdad nos insinua la esposa de los Cantares; esta durmiendo; pero vela su corazon, yal momento que el Esposo se acerca 4 su puer- ta, se apercibe de su llegada, y exclama: «Estoy oyendo ya la voz de mi Esposo, que llama.» Vow dilecti pulsan- tis. El progréso en la virtud es la inmediata consecuen- cia de esta vigilancia en que se halla siempre el alma; porque, como dice San Leon, «la justicia de los perfectes. consiste en que no sepan ni piensen jamas en que son perfectos; porque puede suceder que, deteniéndose en la carrera que no esta acabada, encuentren el peligro de

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