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obrar el bien. Tal es la desgracia ocasionada 4 nuestras almas por la apostasia del primer hombre. Pero gcuan diferentemente sucede al espiritu humano, cuando reconoce la importancia de su sér, la necesidad de acudir 4 un Médico divino que la cure y sostenga en la salud adquirida, para no sucumbir eternamente bajo el peso del pecado, que como fiebre continua destruye el alma que le da entrada? Entdénces comprendemos que no somos, por nuestra parte, mas que miseria y nada; que tenemos que combatir sin cesar contra un enemigo que sin descanso nos sigue, nos asedia y nos tienta; que _ Dios es nuestro unico protector, que puede librarnos de “las insidiosas tramas del dragon astuto. Y en vista de esto, no olvidandose jamas de los beneficios recibidos, nuestro corazon se inclina como naturalmente & amar a nuestro Bienhechor;.se calienta, se inflama en amor divi- no, caminando asi nuestra alma ala cumbre de la perfec- - clon. Porque, no lodudemos, venerable comunidad, nues- tra alma no puede estar jamas en estado estacionario. Si por desgracia se inclina 4 lo malo, va marchando paso 4 paso hasta llegar al abismo; si sigue los impulsos de la gracia y empieza 4 caminar hacia el cielo, tambien mar- cha, ora sea 4 pasos de nifio, ora 4 pasos de gigante; pero jamas le es dado estarse queda, porque Dios le ha dado la facultad natural de progresar siempre, 6 bien para el bien, 6 bien para el mal; sucediendo de esto, que unos van caminando al endurecimiento en el mal, y otros 4 la perseverancia en el bien. ov Siendo la tendencia natural de nuestro espiritu el adelantar en todas sus empresas, ,cual debera ser el re- sultado de la oracion continua, de la elevacion de nues- tro espiritu al cielo? El conocimiento mas 6 ménos per- fecto de Dios y de si mismo. ;Ah! Cuando un alma co- noce 4 Dios y lo estima en lo que debe, atendida la limi— tacion de la criatura ; cuando despues de haber fijado su ae
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