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510 de la humanidad una creencia profundamente arraigada, que rechaza con desden todo error sobre la divinidad. Se encuentran sociedades salvajes; existen pueblos civiliza- dos; aquéllos no disfrutan de los encantos de nuestra civilizacion, ni conocen toda’la grandeza humana; éstos abusan de la abundancia de sus conocimientos, y miran con indiferencia las antiguas practicas religiosas; pero unos y otros, 4 pesar de las pasiones que dominan en. cada cual, tienen una idea indeleble en su espiritu, la gual no és posible ahogar, ni entre las brutalidades de las selvas, ni entre el bullicio de las ciudades populosas: esta idea es la que nos dice que existe un Dios, que esencialmente posee todas las perfecciones; un Dios, que dejaria de serlo si no fuese justo y santo; es decir, que siendo la nocion de la justicia la, primera de las verdades practicas que se presenta al entendimiento humano, tiene el hombre grabado en su alma el importante dogma de las penas y recompensas de la otra vida, como justa re- tribucion de sus obras; es decir, que siendo Dios esen- cialmente santo, la luz natural predica al hombre que no puede tener amistad con este Sér divino si no con- . forma sus acciones con las ideas de Dios; estos princi- pios estan hondamente radicados en la masa de la huma- na descendencia, y son el cimiento que sostiene el gran edificio social, contra el cual nada puede la cavilosa razon. No nos engafiemos; por mucho que se embrutezca el hombre en su ignorancia; por mucho que se degrade en su falsa.ilustracion, no puede prescindir de aquellos dotes espirituales de su alma, sensibilizados en cierto modo en su figura exterior, la cual, como afirma un sabio del paganismo, le fuera dada por Dios para que se elevase hasta el cielo. Sin detenernos 4 explicar las consecuencias de estos dogmas, relativamente 4 la influencia que tienen en las acciones del hombre, elevémonos hasta la Divinidad ns ia a un ae a le a

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