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} : para que fuesen éstos sumisos, abnegados, pobres, castos, como lo era el que tan heréicos ejemplos de vida daba al mundo, al paso que lo ilustraba con su presenciay su. , doctrina. Si; el dino ints: como se sacrificéd Jesucristo, es un siictificls penoso, es un martirio continuado; pero enten- damos que es un sacrificio de amor, un holocausto en que el alma se ofrece entera al Esposo celestial; y cuando el amor es el movil de nuastras acciones, yo no sé cémo _ puede encontrarse el camino del cielo tan cuesta arriba, “ni la abnegacion tan escabrosa, ni la pobreza tan repug- nante, nila pureza de costumbres tan dificil, porque el A Sefior nos dice que su yugo es suave y su carga es ligera. Pero preciso es. decir, con el sublime Agustin, que este yugo es suave ‘para el que ama, y duro para quien no ama: Amanti suave est, non amanti durum est. Elmundo, que no ama sino sus vanidades y locuras, no puede apre- ciar justamente lo que vale este sacrificio; asi es que, para él, las almas que lo desprecian por seguir 4 Jesu- cristo, son unos séres infamados que viven en la ilusion. Mas jdichosas las almas que viven con estas ilusiones! _ 4Dichosas las que, con el Santo rey David, «escogen vivir abyectas y desconocidas en la casa de Dios, antes que habitar en las moradas suntuosas de los pecadores!» Qui- siera yo preguntaros 4 vosotros que vivis en el retiro y la soledad, cuanta es la alegria de que gozais léjos del mundo, cudnta la paz y la ventura que os rddean, y cuanto el gozo que teneis al ofrecer 4 Dios el sacrificio de vuestra alma y sus potencias, y de vuestros sentidos; quisiera hacerlo, y creo que todas me responderiais que ’ si mil veces viniéseis al mundo, mil veces lo mirariais con désprecio; que si mil vidas tuviéseis, mil dariais, consagrandolas todas al Esposo celestial en las aras del amor. Venid, pues, y llegaos al acatamiento. del etats los
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