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ge aes en el negro velo de la tristeza al oir el nefasto evento que llevé las lagrimas y el dolor 4 una familia distingui- da, el terror y espanto 4 los buenos hijos de Iberia y de Cuba? ;Qué! estos cdnticos que han llenado con su me- lodia las naves del templo, gno estan patentizando la ale- gria en que rebosais, al saber que el Dios de Misericordia ha mirado con benignidad 4 su pueblo, concediendo a su dignisimo gobernador y patrono una pronta restaura- cion de su salud? Siendo esto asi, inttil es que yo hable, pues cada uno de vosotros sabe que siempre ha sido mas magica la elocuencia de las obras que la de las palabras. Voy, pues, 4concluir, afirmando antes que un pueblo da las mas inequivocas pruebas de su sensatez cuando 4 las relaciones de superioridad 6 inferioridad que existen entre él y sus gobernantes, afiade las que unen 4 los pa- dres y 4 los hijos. Y séame tambien permitido decir, de paso, que cierla y positivamente posee grandes cualidades gubernativas, grandes virtudes sociales, aquel jefe en cuya desgracia los pueblos se entristecen. Lo primero prueba que unos y otros son sabios 6 ilustrados; y lo se- gundo, que tienen corazones grandes, llenos de patriotis- mo y de generosidad. ;Ah! Si estos solos sentimientos os hubiesen traido hoy al pié de las aras, seriais dignos de encomio, mas no tendrian todo el mérito que deben tener en presencia de Dios, cuya clemencia invocais en favor de nuestro dignisimo gobernador. Ademas de aquellos sentimientos naturales inspirados por la amistad, os han movido tambien, y con preferencia, los de la Religion. Si, ilustres individuos de la benéfica sociedad de na- turales de Catalufia: vosotros que consagrais una parte de yuestros afanes al alivio del menesteroso; vosotros que ‘énjugais d cada paso las lagrimas del indigente y consolais al triste; vosotros que practicais estas obras, cuya emanacion viene de la caridad, no podiais descono- cer la obligacion que$tenemos los catdélicos de rogar 4

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