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tad, discurriendo rapidamente por la historia del mundo y de sus héroes; pero quizas no me seria dable encon- trar uno tan sublime como el que vosotros presentais en este momento; porque, preciso es decirlo sin temor de la critica, sois vosotros, ilustres sdcios de la sociedad de beneficencia, los amigos verdaderos del hombre, pues no habeis reunido en un fondo comun el fruto de vuestro sudor sino para aliviar4 la humanidad afligida. La ca- ridad, que es el sélido y verdadero apoyo de la amistad, ha presidido primordialmente 4 vuestra institucion; la — Religion la ha consolidado,.y de ello estais dando en este momento un testimonio publico’y auténtico. Si; uno de vuestros amigos se hallaba en la afliccion; su alta posicion, su antigua y.espléndida fortuna, el noble des- tino social en que se halla, no permitia que pudiese en- trar en la categoria de aquellos para cuyo consuelo principalmente habeis erigido vuestra caritativa asocia- _ cion. Pero él es vuestro amigo, y vosotros teneis la Reli- gion profundamente grabada en vuestros corazones; aquella os recordé que los deberes de la amistad cristiana, no s6lo se limitan 4 socorrer al amigo indigente, no sdle 4 consolarlo en sus infortunios, sino que se extiende a otros oficios tanto mas nobles cuanto son mas sagrados: son éstos el elevar al cielo vuestras manos puras, ofre- ciendo 4 Dios sacrificios de alabanza por los bienes que prodiga 4 vuestro amigo, 6 bien holocausto de propicia-— cion para inclinar hacia ellos las piadosas miradas del cielo, a fin de que éste los proteja en sus desgracias y los - libre de la tribulacion. Audientes, etc. Esta union, que tomada en general lleva impreso el sello de la caridad cristiana y de la amistad verdadera, pudiera ser tachada de extemporanea en circunstancias particulares. Por tanto, voy a esforzarme 4 demostraros que vuestra presencia en este templo esti justamente ca- nonizada, teniendo por apoyo la Religion y la caridad.

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