BCCPAM000591-3-11000000000000

dicta respecto de la amistad verdadera. Un bellisimo ejemplo de esta verdad nos presenta la historia antigua bajo el imperio de la ley natural. Exis- tia en la Arabia feliz un principe piadoso y justo, tan famoso entre los Orientales por su piedad como por sus riquezas: un dia conjuraronse simultaneamente contra _ este potentado los cielos, la tierra, los elementos y los hombres, como si todos estos agentes fueran sus mas encarnizados enemigos: todos se arrojaron sobre él, ensa- fiandose cada cual 4 su modo. Aqui aparecen repentina- mente numerosos bandidos que pasan al filodela espada a todos los domésticos, y entregan las haciendas al pi- llaje: alli disparan las nubes fuegos destructores que re- ducen 4 ceniza las poblaciones; en otra parte se desatan con furia los aquilones, y, como arietes asestados contra los 4ngulos de una fortaleza, caen con toda su fuerza sobre la habitacion aulica, y perecen entre sus ruinas todas las esperanzas y la gloria de un padre. Al poco, destituido de sus bienes, privado de sus haciendas y de sus hijos, es invadido de una cruel enfermedad, en la cual no le queda otro alivio que el sentarse sobre la dura tierra y mitigar sus dolores rayéndose la piel con un casco de teja; este hombre infortunado, este principe -afligido era Job. Enténces, sefiores, dieran prueba de su verdadera amistad tres amigos de este justo: al oir cuanto sobreviniera, dejaron sus casas y comodidades, se acer- caron al paciente, y fué tan grande su afliccion al verlo tan malparado, que sentados junto 4 él no pudieran hacer en siete dias otra cosa que mirarse mutuamente y prorumpir en lagrimas, sin que la lengua pudiese romper el nudo con que la tenia ligada el dolor que les causaba la desgraciada suerte de su amigo. Audien- tes, etc. Pudiera yo aducir otros ejemplos de verdadera amis- sin que lo sienta el otro: hé aqui lo que la razon natural a

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz