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seunte. Se encuentra este enemigo en las reuniones de ambos sexos; se halla en los teatros y saraos, en las di-- versiones profanas, en las calles y plazas; «entra en las chozas y los palacios, dice San Bernardo; no teme la po- breza ni el lujo, nilos centinelas de los alcazares y j ojala huyese de los mismos asilos del pudor!» ,Quereis ven- cerlo? ,Quereis estrellar al orgulloso enemigo, que tiende por do quiera sus lazos? San Pablo nos lo dice, y el re- medio es eficaz; huid de las ocasiones: Fugite fornica- tionem; en vano nos presentara Dios su gracia, como la mds poderosa espada, si nosotros tenemos la temeridad de ponernos en los peligros; en vano querremos ser cas- ios, si andamos siempre entre incentivos de lujuria. Dios no deja de ayudar & quien lo invoca; pero preciso es que el hombre haga algun esfuerzo de su parte para que la victoria sea segura y meritoria. jOh pacientisimo Jesus! ,Quién sino la lujuria os ha clavado en ese madero de ignominia? ,Quién sino la las- civia causé vuestra desnudez en el Calvario? ; Ah! Por las acciones desvergonzadas de los hombres carnales, te expusiste tti 4 la vergiienza publica de un palo afrentoso, despues de haber sido cruelmente azotado y coronado de espinas. Ayuidanos, ;oh Redentor amable ! Sé nuestro pro- tector contra tan cruel enemigo; dirige nuestros pasos al bien; no nos dejes caer en la tentacion, para que poda- ‘mos un dia pertenecer al coro de aquellos que no fueron manchados entre Jas inmundicias de la carne, y cante- mos con ellos el cantico de gloria por toda la eternidad. Amen. ;

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