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nosotros no tenemos otra esposa que la Iglesia, ni otros hijos que los fieles, que debemos alimentar con el pasto _de la palabra divina y el buen ejemplo. Temblemos, pues, ~ si asentimos-4 las sugestiones carnales, porque somos enténces infieles 4 nuestros juramentos, y un hombre infiel ya no tiene honor: temblemos, porque la lujuria hace que seamos abominables ante Dios, de tal modo, que mas agradan al Sefior los grufiidos de un animal in- mundo, que las oraciones del sacerdote librico: temble- mos; un infierno no basta para el ministro del altar, que, con escandalo del publico, se arroja en los extravios de la vida licenciosa. Temblemos, pues, si Dios nos hade pedir cuenta de las almas que se condenen por no ver en nos- otros buenos ejemplos. j;Cuanto mas rigurosa sera la _ cuenta si les damos escdndalos ! Voy 4 concluir, amados mios, dando las ultimas pin- celadas al cardcter del enemigo que hemos de atacar. Es ~ el demonio semejante 4 esos hombres que se precian de ' valientes cuando se hallan en una reunion pacifica, sien- do los primeros en huir en el tiempo del peligro; mejor diré, con el Aguila de los Doctores: es un perro encade- nado, que puede ladrar, mas no morder, 4 no ser que nos » acerquemos. En cualquiera vicio que nos sugiera su ma- licia, no teneis mas que presentar vuestro pecho armado con la coraza de la fé, Ilevando en la mano la esperanza en Dios, y estad ciertos que ha de huir al ver que salis denonados 4 la arena: Renitite diabolo et fugiet a vobis. Si; desde que Jesucristo lo encadené al pié del Gélgota, el demonio es un ente sin fuerza, y sdlo se encruelece en los que se ponen en sus manos, no atreviéndose con los que le salen al encuentro, armados con la gracia de Dios. Pero gsabeis en qué materia es valiente? En la lujuria. ;Ah, si! El demonio esta escondido en todo aquello que lisonjea nuestra sensualidad, cual sierpe disimula— da que acecha entre flores deliciosas al descuidado tran- si Sire ESBS a ie

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