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su patria. Y jqué, seiiores! digo ahora: ,ha de poder mds en el hombre el honor de su patria que el honor divino? Nosotros, que hemos jurado solemnemente fidelidad a Dios y 4 su ley, gla hemos de abandonar, pasando al. campo enemigo? Se abstiene el hombre rudo del comer- cio carnal con mujeres corrompidas por no ser presa de la muerte en un lecho de dolor, gy no nos hemos de pri- var en esta vida de los placeres prohibidos, cuando con ellos aventuramos nada ménos que la eternidad? gSera — posible que nosotros, que somos cristianos ilustrados y que comprendemos perfectamente nuestro origen y nues- tro ultimo destino, miremos como una cosa ligera un asunto tan grave? Desengaiiémonos: el que por mantener su robustez se contiene, como hicieran muchos filésofos antiguos, mucho mas puede contenerse con la gracia de Dios para no perder su alma para siempre. Si no lo hacemos asi; si el hombre cae como el ave en la red disi- mulada, él solo tiene la culpa. Cosas necesarias en la vida humana, diré yo a los falsos fildsofos, son aquellas sin las cuales no puede vivir el hombre ni un sdélo ins- tante. Necesario es el aire para respirar; necesario el ali- mento para vivir; si un hombre pretende respirar fuera de la atmédsfera, muere de repente; si es privado de la comida y bebida, morira tambien desde el momento que _ haya cesado de consumirse en él la sustancia vital del ultimo alimento. Examinad al hombre 4 la luz de esta teoria; examinaos 4 vosotros mismos: habeis pasado to- dos los afios de vuestra infancia sin saber lo que era la lujuria; habeis pasado muchos dias sin entregaros porla misericordia de Dios 4 los excesos de la carne; la conse- cuencia esta clara. Si habeis vivido un sdlo dia sin nece- sitar de este alimento nauseabundo, podeis vivir una semana, un mes, un aiio, un siglo; luego no son nece- sarios los placeres carnales, como pretende el fildsofo voluptuoso: luego con la gracia de Dios podemos ser castos.

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