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espiritu ; el anit es un vasto laberinto fabricado sobré 4 riscos y hondonadas, y para poner el pié es indispensa- ble mirar si nos inclinamos 4 una parte u otra, pues todo esta sembrado de abismos. Cuando los sabios car- nales han afirmado que no podemos ser castos, estas aserciones han sido una consecuencia necesaria de sus doctrinas y vida. Sucede en lo moral lo que acontece en lo fisico: si un hombre se coloca en la cima de un de- clive perpendicular resbaladizo, y cuyo zécalo estribe en el lecho del- mar, necesariamente ha de caer en 41 con la velocidad de un rayo: si un combatiente se inter- na en los escuadrones enemigos sin prudencia ni-reser- _ va, y sin llevar armas defensivas y ofensivas, nece- sariamente ha de sucumbir. Pues bien; los sabios car- nales fueran tan necios, que quisieran el lauro de la cas- tidad sin haber peleado; fueran tan inconsecuentes, que _ pretendian que hubiese. castidad en sociedades basadas en cuanto fomenta la lujuria. Es un error, sefiores; todo hombre, despues del pecado de Adan, ha tenido que sufrir mil ataques; las armas para pelear no le faltan; Dios le ha dado toda su gracia, y si alguno no ha sentido las ideas funestas de la concupiscencia, han sido excepciones de la ley universal, hombres privilegiados, destinados por Dios para llenar grandes designios del cielo entre los hombres. Pero esto era tambien una gracia singular y especial, pro- pia de la Madre del Redentor, de su Esposo y algunos — otros. aQuereis ser puros y castos en panieasienton, palabras _-y obras? Utilizad esta gracia de Dios: ya que no podemos vencer 4 tan terrible enemigo con nuestras débiles fuer- zas, sigamos el ejemplo del Sabio. Ved lo que €1 dice de si mismo: «Tan luégo como llegué 4 entender que no podia alcanzar la continencia si Dios no me la daba, acudi al Setior, y le rogué con todo mi corazon.» Hecho esto, corra- mos el camino que nos trazaran los Santos; es imposible

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