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tos la rodean, la que no nutre su espiritu sino entre no-— yelas, romances, episodios y dramas llenos de ficciones amorosas, de acciones dificiles, de empresas arduas, fraguadas todas en la imaginacion acalorada de escritores licenciosos? Preciso es confesar la verdad y rendir home- _naje 4 la Religion. En una sociedad organizada por los filosofos, no puede vivir la pureza: ésta es una rosa deli- cada, que sdlo puede subsistir entre espinas; es una tier- na flor, que es destruida y marchitada por los vientos abra- sadores. Dificil sera, pues, 6 digamos imposible, que haya castidad en un pueblo basado en los elementos de la cien- cia carnal, que no funda su existencia social sino en los placeres y el oro. Desde que en alas del amor divino bajara del cielo la virginidad con el Verbo Eterno, los angeles, incorrupti- bles por su naturaleza, han tenido en la tierra numerosos rivales; ha habido siempre hombres castos; han existido ‘siempre mujeres virginales; los hay tambien hoy; los habra hasta el fin del mundo; pero gcreeremos que estas almas puras no son acrisoladas en la tentacion? ,Pensa- remos que tendran la corona sin haber combatido? No; no este el sistema de la Providencia, amados mios. Ha habido hombres privilegiados que fueran angeles en car- ne: no debemos nosotros desconfiar en que 4 fuerza de combatir, Dios nos conceda esta gracia; pero en el érden comun de los designios divinos esta decretado como ley universal que el hombre mortal sea un soldado siempre armado, siempre dispuesto 4 saltar ala arena para pelear con denuedo. La castidad tiene mil enemigos: enemigos son los ojos, enemigos los oidos, enemigo la lengua; todo cuanto nos rodea nos atacay hostiga; llega el hom- bre @ agobiarse bajo los afios pesados, se emblanquecen sus cabellos , se arruga su frente, seenerva todo su cuer- po, y eso no obstante, le persiguen las sugestiones ma- lignas: si falta la fuerza al cuerpo, sobra el vigor al

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