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e 474 F nagas inmundas, 6 de esos sabios lupanariegos que no B escriben en sus desatentados libros sino lo que rebosa su _ corazon: la lujuria, la obscenidad. i Convengo en que es muy dificil ser casto, y que es preciso para lograrlo estar siempre combatiendo con ‘un - enemigo doméstico a quien alimentamos y acariciamos quiza demasiado; este adversario es nuestro cuerpo, cuya corrupcion agrava nuestro espiritu; pero tratémoslo como 1% tratamos 4 un enemigo; enfrenemos 4 este potro fogoso para que no marche 4 los prados de la lujuria, y estare- mos ciertos de alcanzar victoria. Tambien convengo con los fildsofos en que es imposible ser casto. Mas, gcdmo? Es imposible ser casto si volantariamente nos arrojamos en las ocasiones , porque nadie toca la pez con su mano sin quedar tiznado, nadie lleva el fuego en su seno sin abrasarse, nadie puede entrar entre llamas voraces sin ser presa de sus ardores. Si, imposible es ser casto cuan- do se vive en una sociedad organizada segun los princi~ pios del siglo actual. 4Cémo ha de ser casto un hombre que desde su nitiez ha sido educado en el écio, que no ha sido testigo en el hogar doméstico sino de intrigas amo- rosas, de palabras picantes, y acaso de acciones poco ho- nestas? ,Cémo ha de ser casto el que ha recibido una edu- cacion libre,a quien sus padres no ponen freno alguno, dejandolo vaguear por las calles, plazas, teatros y salo- “9 nes de baile, permitiéndole relaciones ilicitas en los afios en que precisamente se bosqueja el cuadro de la vida hu- mana, en los que se impregna nuestro espiritu en las ma- ximas sdlidas 6 falsas, verdaderas 6 errdneas, que le han de servir de base para edificar, 6 un gran edificio de vir- tud y honradez, 6 un coloso de maldad y de crimenes? aPodra ser casto el qué se dedique @ leer los panegiris= tas de la impureza, el que oiga decir 4 sus mismos maes- tros que pasaron ya los tiempos del fanatismo y supers-' ticion, que los hombres antiguos fueran unos ilusos, que ¥y

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