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« bian de materializar sus ideas los que ensefaban que «en los paises donde la Religion no puede reprimir los exce- sos de la carne, seria muy acertado dar culto publico & ~ la lujuria?» ¢Cémo podrian espiritualizar sus ideas los que trataban de profana y desnaturalizada 4 la Religion, por- que representa los placeres carnales como un semillero de crimenes, de desgracias y penas? Yo dudo que los templos dedicados en los tiempos del error 4 la prostitu- cion, resonasen jamas con semejantes doctrinas salidas de los labios de hombres tenidos por sabios; y lo que es mas inconcebible todavia, lo que no puede ménos de ater- rar al cristiano pensador y reflexivo, es que unos hom- bres merecedores de haber sido encerrados en una casa de dementes para curar su cerebro descompuesto, hayan sido aplaudidos como hombres eruditos, y se hayan adop- tado sus doctrinas como si el cielo se las hubiera inspi- rado. 4De donde sino de estas maximas ha cundido esa luju- ria universal que corroe la sociedad? Porque todos los si- glos han sido malos; mas de tal modo, que la maldad nun- ea perdié su caracter feo y abominable. Hoy dia, por el contrario, la deshonestidad es la hija predilecta de la filo- sofia, de la cual se ha eliminado cuanto la hace horrible. A fuerza de dogmatizar en esta materia, ha conseguido persuadir a sus prosélitos que los placeres carnales son tan naturales y necesarios al hombre, como el sustento . eotidiano, sin cuya ayuda no puede vivir. No estamos hablando por conjeturas; repetimos lo que hemos oido ya mil veces, y hablamos por lo, que vemos cada dia. ;Qué horror! 4Podia degradarse la razon humana has- » ta este punto? ;Afirmar que la lujuria es el alimento necesario 6 indispensable del hombre ! Y enténces, gdi- remos que es una fabula esa historia divinizadora del li- naje humano; esa historia de la castidad, en cuyo.subli- me frontispicio se halla el Rey de las virgenes acompa-