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equiparar el siglo en que vivimos con los primeros 6 in- termediarios de la era del Catolicismo? Un siglo en el cual no se respeta la santidad del matrimonio; un siglo testigo de los solemnes y execrandos juramentos con que se ligan numerosos j6venes de ambos sexos para no unir jamas ~ ‘sus destinos en la tierra con ningun hombre ni mujer al- guna; un siglo cuya panacea favorita en sus dolencias son las alegrias carnales , cuya instruccion son los saraos, las reuniones, las modas, el lujo, los galanteos , 4 podra ser puesto al nivel con aquellos tan fecundos en almas virginales que preferian la muerte 4 la pérdida de la casti- dad? {Siglos graves, siglos que, 4 pesar de la procaz filo- sofia, nos han legado su fé y religiosidad en esos grandio- sos monumentos ennegrecidos por su vetusta existencia, y que en medio de los palacios modernos estan siempre ensefando sus altas torres como un monumento de la piedad que tuviera enténces, y que hoy existe apénas? _; Ah! Téngaseme enhorabuena por un fandtico y hombre de ninguna ilustracion; pero, entre tanto, no permita el cielo que yo deje de doblar mi rodilla ante la venerable antigiiedad. Siglos ha habido en que hombres innumera- bles llegaban 4 cien afios en estado de inocencia, mién— tras hoy dia apenas encuentra esta blanca virtud un pe- riodo en la vida humana, pues desaparece aun en los nifios , como la tierna flor abrasada por los vientos abra— sadores de la Libia. ,Y sabeis por qué enténces habia mas inocencia que ahora? Porque no habia salido completa- mente 4 luz la moderna filosofia. Esta ciencia del orgullo y de la abominacion ha esta- do en incubacion por muchos siglos; la tuvieran los Arrios y Nestorios, los Priscilianos y Maniqueos, los Albigenses y los demas herejes antiguos. Pelagio y Elvi- dio no fueran ménos orgullosos que Calvino, ni ménos licenciosos que Lutero y Beza; pero publicaron su liber- tad de conciencia en unos tiempos poco favorables 4 su TOMO II. 30 :

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