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castidad, como él mismo lo insintia; mil veces se ve acosado por este enemigo ; mil veces se postra ante los piés divinos, suplicandole que desapareciesen estas su- gestiones malignas, y otras tantas oye la voz del cielo que le dice: «Te basta mi gracia.» Rindamos, pues, ho- menaje solemne y publico 4 la Religion. Con la gracia de Dios puede el hombre ser casto en todos los climas del mundo. Ayudadme con vuestras oraciones a pedir al cielo sus auxilios para continuar este asunto. Ave Maria. Si 4 la luz de la historia y la critica examinamos la causa del gran incremento que ha tomado la llaga que tiene hoy dia cancerada la humanidad, encontraremos que Ja ciencia carnal ha sido la que ha infestado la masa de la sociedad, introduciendo en ella la levadura corrup- tora de la lujuria, ocultando su infeccion entre aparien- cias floridas. En verdad, la ciencia carnal no es el demo- nio; pero es preciso confesar que, asi como Dios, causa de todo bien, se sirve de los hombres justos para conser- var la Religion en la tierra, asi tambien el demonio, como afirma San Agustin, tiene sus agentes , los que por desgracia le sirven de propagadores de la malicia. Decir que las centurias pasadas no conocieron los crimenes, seria no conocer ni aun superficialmente la historia del espiritu humano; porque en todas épocas han existido hombres perversos, que han tenido numerosos discipu- los; pero no es un error decir que nuestro siglo es peor que los que le han precedido, pues sin detenerse en exa- minar su posicion religiosa, bastarianos saber, con Da- vid, que «la malicia de los enemigos de Dios va siempre en aumento,» y, con el sublime Pablo, que «los malos creceran siempre de malo en peor, cometiendo errores é induciendo 4 los demas 4 que los imiten.» gSerd posible”
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