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SERMON SOBRE LA CASTIDAD. Datus est mihi stimulus carnis mex an- ' getus Satane qui me solaphizet; propter ’ quod ter Dominum rogavi ut discederet ame; et dixit mihi sufficit tibi gratia mea. Me ha sido dado un aguijon de mi carne, "el angel de Satanés que me abofetec. Y por esto rogué al Sefior tres veces para “que se apartase de mi, y me dijo: «To basta mi gracia.» (II av Contxtatos, ¢. x11, vy. 7, 8 y 9.) Es Satanas un gran rey, cuya dominacion se extiende de un modo espantoso: su reino no es mds que de tinie- blas y de horror, mas no por eso deja de haber cierto érden entre sus vasallos. Su imperio no tiene otro prin- cipio que la maldad, y si cife la corona del principado y potestad, lo debe 4 su propia malicia, que le sugirié elevar imperio contra imperio, poder contra poder: el imperio de la criatura contra el del Criador, la fuerza criada contra la increada y eterna. En el pacifico recinto del mundo invisible se fragué desde el principio una re- volucion alevosa. Lucifer, mas resplandeciente que Jas estrellas por las admirables excelencias con que Dios lo dotara, vid que resplandecia otra luz incomparablemente mayor que la suya, y lleno de orgullo dijo entre si: «Su- biré al puesto mas culminante de los cielos; colocaré mi sélio sobre los astros de Dios; me sentaré en el monte
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