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oe : Ra aa <8 . Sa x A : a : Bey ’ d * gone aS ES ‘ 7 Ee oe | | . 455 See Este sera 4 oh resultado para toda la vida: porque la Aniju-: : a ria fomenta en el hombre édio implacable contra Dios, y facilmente lo arroja al baratro de la infidelidad y deses- peracion, abriéndole anchurosos caminos para todo cri- men. Confesemos, pues, que no es la luz de la razon se- mejante 4 esos globos celestes que en sus 6rbitas se esconden por algunos aiios para aparecer mids tarde ; por- que estos astros tienen leyes fijas que regulan su misma irregularidad ; pero la luz de la razon no tiene leyes ne- cesarias en su movimiento moral. Dios puso al hombre racional é inteligente en manos de su propio consejo ; si sigue las primeras impresiones de la gracia, que obran en él sin su propia accion, por aquellos momentos bri- llara mas y mds, como lucero del firmamento; si des- echa la gracia y se alista en las banderas del pecado ver- gonzoso, su luz natural se eclipsara, porque no es com- patible el despejo de ésta con los excesos de la lujuria. Abranse los anales; al escribir un sabio la historia de las variaciones de una secta, pronuncid esta sentencia: «La historia de las variaciones es la historia del error.» Y yo me atrevo a afirmar hoy que la historia de todos los-errores es la historia de la lujuria. Porque es nota- ble la coincidencia que han tenido siempre el entendi- miento erréneo y el corazon corrompido. «Apénas cor- rompié la carne sus caminos, dice el Criséstomo, bro- taron de esta corrupcion, como de un manantial infee- to, las malicias de los hombres.» La idolatria, segun nos - Jo insinvia el autor del sagrado libro de la Sabiduria, no tuvo otro principio que el amor carnal, pues embruteci- - dos los hombres en la sensualidad , veneraron por dioses a sus mismos padres, hermanos y concubinas. ,Y por qué ‘he de andar divagando ahora entre las antigiiedades del mundo? gPor qué he de apelar al testimonio de los hom- bres ilustres , cuando vemos casi con nuestros propios ojos los espantosos efectos de la lujuria, relativamente al