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ss presenta otra época en que queda ya como fijado para lo- eee restante de su vida: Ja edad viril. ; Ah! Es la edad de los grandes adelantos en el saber, de las grandes ideas, de las grandes yirtudes 6 de los grandes vicios; mas ¢cémo regulamos esta época tan interesante de nuestra pere- grinacion? Ordinariamente el que en su juventud ‘ha re- sistido constantemente 4 la corrupcion, se afirma mas y mas en la edad viril , asi como el que en sus primeros alos. se ha dedicado constantemente 4 la ciencia, se encuentra 4 cierta época de su vida hecho un sabio con solidez. Y jcuidado, que la experiencia de muchos siglos ha hecho decir 4 los pueblos que jamas sera sabio, fuerte ni pru- dente el que no lo es en cierto periodo de la vida! porque, desengaiiémonos, la vejez del hombre es el resultado ne- cesario de lo que ha obrado en su mocedad y juventud. Esta edad, venerable por los afios y las canas, pierde f todo su prestigio cuando no esta acompaiiada de las cali- dades que le son anejas; y sabido es que no puede ser ex- perimentado en la virtud quien no la ha cultivado ; sabi- ~ do es, como afirma el Espiritu Santo, que no sera el hom- bre en su ancianidad sino lo que haya sido en sus afios ~ _ pasados. _ Si el hombre, en los dias de su juventud, tiene la des- e gracia de ahvevaras con la dorada copa de la lujuria , sin sentir despues toda la amargura de esta hiel de dragones; si despues de haber pasado el dintel de la tenebrosa cata- cumba de la oscuridad va interndndose en los horrendos senos de la culpa, gcreeis acaso que volvera atras en el 4 camino empezado? 4 Podra encontrar antorcha que lo guie? on Y si esta se le presenta, gla vera? ;Ah! jDolor causa el . ; decirlo! Vera la luz que pudiera ‘eign del negro abis- } mo, pero la apagara para que no alumbre; Dios le saldra al encuentro mil veces, pero él asestara contra el pecho divino una bateria, y le gritara desesperado: «Apirtate de mi, pues no quiero poseer la ciencia de tus caminos.»

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