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ba tacitamente al sabio de la Grecia pagana que la luju- ria era ciega, que apénas se entrega el hombre 4 sus ‘excesos, el entendimiento se emboza en densas tinieblas; entre tanto, ved 4 esos ingenios culminosos de las escue- las del racionalismo moderno: cayé6 sobre ellos el fuego de la lujuria, y se cumplié literalmente en ellos la pro- fecia de David: «No vieron la verdadera luz.» Supercedi- ditignis et non viderunt solem. : Si despues de haber insinuado este hecho tan marca- do de nuestros filésofos modernos quisiese enumerar las blasfemias que han arrojado de sus bocas inmundas los que la han profesado; si pretendiese enarrar sus crime- nes, emprenderia una tarea incansable ; veriais aquellos genios maléficos meditando dia y noche mil planes de iniquidad; la Religion, el sacerdocio, la monarquia, el pueblo, la sociedad , entraran en su entendimiento, don- de como en horno encendido debian disolverse; todo lo -que no podia ser presa de sus deseos corrompidos; todo lo que hacia sombra 4 su‘maldad; todo lo que excitaba -en sus conciencias algun remordimiento, debia entrar en el caos de la nada; pero si no puedo arrogarme una fa- -cultad propia de Dios, la facultad de contar uno por uno los pecados de esos hombres , puedo al ménos decir una verdad, de que estoy cierto por el testimonio de la Sa- grada Escritura y el de todos los Padres de la Iglesia; esta _ verdad es, que todas estas maldades no tuvieron otro origen que la lascivia, en cuyos brazos se arrojaron cie- -gamente. 4Se podran quejar los hombres de que Dios los abandona, cuando ellos mismos se abisman entre las horrendas simas de la perdicion? ,Acusardn 4 Dios de injusto en no haberles dado gracias eficaces y victorio- sas, cuando ellos se formaran una fortaleza de sus pro= pios crimenes, desde la cual disparaban mil baterias 4 la vez para rechazar los tiros divinos que sin cesar les en- viaba el cielo para conquistarlos y ganarlos para la glo-
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