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porque su primer resultado es cegar el entendimiento, y consumada esta ceguedad, no hay crimen en que no se precipite el hombre. ; Ah! Preciso es confesar que la de- cantada ilustracion del siglo en que vivimos apénas se sirve de las luces que la Religion la ha legado, sino para labrar la ruina de los hombres. Al leer las paginas de los escritores cinicos que tanto abundan hoy dia por desgra- cia, nos llenamos de indignacion, pues vemos que la las- civia es presentada por ellos como la meta de las accio- nes humanas, 4 la cual se deben consagrar todos nues- tros pasos; esto vale tanto como decir que la lujuria es una divinidad: igual dogma profesaran Jos paganos, in- ventando con su oscurecida razon emblemas y misterios que indicasen el origen de esta divinidad obscena; pero digamoslo paladinamente: aquellos fildsofos, desprovis- tos de las luces de la revelacion, eran mds cuerdos que estos ullimos, llamados regeneradores , y que no fueran sdbios sino para revestir el crimen con apariencias espe- ciosas y deslumbradoras; los hombres del paganismo, al erigir en deidad lo mas obsceno , confesaban tacitamente que tal divinidad no podia existir; el: Dios de la lujuria justamente era representado por un nifio que sin cesar maneja la flecha y el arco, disparando sin cesar sus en- venenadas saetas; pero lo esencial de la alegoria no esta dicho todavia; este ente imaginario tiene los ojos cubier- tos con espesa venda, sin que le sea permitido ver jamas - la luz. 4Qué significa, esto? ;Oh, amados mios! Yo veo campear victoriosamente 4 la razon humana, aun en el vasto laberinto de errores, donde 4 las veces es pre- cipitada por los excesos del impudor; su tersa luz no puede habitar entre las inmundicias de la. carne; la filo- - sofia del paganismo sin revelacion del cielo lo compren- dié mejor que la ciencia incrédula de los sabios de los ultimos siglos, que de las luces mismas del cielo se sir- vieran ‘para atacar la verdad; la razon natural demostra-