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hombres , y el que es infiel, no cumple sus juramentos; y quien no cumple sus juramentos, no tiene honor. gPo- dra, pues, tener honor el lujurioso que , habiendo renun- ciado con juramento al comercio ilicito de la carne, se entrega sin reserva 4 sus excesos? No lo creia asi el sa- pientisimo Pablo cuando, hablando infaliblemente de los hombres mas grandes del paganismo, decia «que no co- nocian la buena fé, y que erah por sistema viles, suspi- caces é infieles:» Plenos contentione, dolo, malignitate... absque federe. Ménos lo creeria cuando afirmaba «que el que se une a una ramera, se hace una misma cosacon ella.» Sila influencia moral de la mujer respecto del hombre es tan grande que, no obstante la supremacia que éste tiene _ sobre aquella, participade ella en gran parte el honor ; mas si el uno y la otra nose tratan como manda la ley divina; si abusa el hombre de su fuerza y cede aquélla de su de- - recho prostituyendo su cuerpo, se deshonra 4 si misma, y causa al hombre su deshonor: perdido una vez este no- * ble atributo por la mujer, nada le queda que pueda dar al hombre y a la sociedad; perdi su honor, y lo perdid todo; y quien 4 ella se junte, no recibira en premio de sus pla- ceres sinola infamia y deshonra. 4Quereis verlo? Echad una mirada fugaz 4 esas infe- lices que estan infamando con su permanencia entre nos- -otros la Religion y el renombre que nos legaron nuestros padres y que Antes hacian latir nuestros corazones con noble y santo orgullo. Vedlas; tan pronto las observareis — -escondiéndose entre las tinieblas de su demora, como ocultando su deshonra, al mismo tiempo. que llaman al incauto que ha de ser presa de su lascivia; tan pronto se os presentaran con desenvoltura 6 impudor, profiriendo palabras repugnantes hasta en hombres plebeyos entre- gados 4 la embriaguez. El hombre casto no puede pasar por sus madrigueras sin ruborizarse é inclinar susojos & la tierra; el hombre de honor tiembla hasta de su saludo,

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