BCCPAM000591-3-11000000000000
ciosa enerva el cuerpo y lo lleva con rapida marcha al sepulcro.» Hé aqui cuanto nos dice la razon y la filo- sofia. 5 : 4Qué nos ensefia la experiencia? No quiero hablar de laruina de Baltasar, poderoso monarca de Babilonia, ruina causada por la enervacion a que lo redujera a él y a sus vasallos la desenfrenada deshonestidad ; pues miéntras é] . y sus grandes y generales se entregaban 4 la embriaguez mezclados con sus concubinas, el gran Ciro ponia en seco el ancho cauce del Eufrates, para desmoronar los pala- — cios de la ciudad voluptuosa, y poner en la region de lo pasado el imperio mas vasto y fuerte de la antigiiedad. Tampoco nombraré 4 esa Roma y Cartago, cuya memoria colosal nos representa lo que es un pueblo lujurioso. ; Ah! Si os acercais 4 las ruinas de Ninive; si os deteneis en medio de aquellos escombros, recinto antiguo de mil so- nidos melodiosos, de mil encantos, y hoy reducto de fie- ras, donde el silencio sepuleral apenas es interrumpido por el graznido de alguna ave pavorosa, preguntad la causa primaria de tanta destruccion, y de entre las es- culturas obscenas, de entre las osamentas humanas, amontonadas confusamente bajo la tierra, saldra una voz fatidica y magistral que os dira: «La lujuria convirtié nuestros jardines pensiles, nuestros alcazares y nues- _ tros templos en region de espanto; aqui yace un pueblo _ que no llegé a su extincion sino por sus lujurias.» Parece una quimera el afirmar que los hombres luju- riosos sean asesinos de la sociedad, y no lo es cierta- mente; siglos ha que lo ensefiara el padre de todos los filésofos antiguos; Aristdteles, al considerar los excesos a que se entregan los hombres, se atrevid 4 decir que entre todos los animales, ninguno haria lo que hace el _ hombre, pues aquéllos no pasan jamas de lo que les pres- cribe su instinto para aumentary conservar su espé- cie, miéntras éste se estraga 4 si mismo con sus lujurias iy estes" ea iin wae lia Lonliness
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz