BCCPAM000591-3-11000000000000

Be, Hi fs. ; sus habitantes fué reducida 4 ser una provincia del im- perio de Roma; y en confirmacion de esta verdad, San’ Liicas hace la descripcion de la venida del Bautista, po- niendo las tetrarquias 6 reinos pequefos en que estaba dividido el cetro de Juda, empuiiado por hombres idéla- tras é incircuncisos, y presidida la Santa Jerusalen por un magistrado romano. Habian ademas pasado algunas generaciones sin que hubiese resonado en las montafias de Judea la voz de los Profetas. Hubo sacerdotes santos, levitas virtuosos, hombres que dieron sus vidas por de- fender la ley del Sefior; pero habian cesado los oraculos animados, esperando todos al gran Profeta en quien ha- bian de cumplirse los vaticinios, y que seria el Redentor y Salvador de Israel. Se dejé, por fin, ver uno tan austero como los Elias, tan justo como los Jeremias, y que reunia en si circuns- tancias maravillosas, que excitaron en su nacimiento los rumhores mds caracteristicos de su eleccion 4 alguna mi- sion extraordinaria. La penitencia que predicaba, la doc- trina que ensefiaba, los discipulos que reunia, el bautis- mo que administraba, llamaron la atencion del Concilio y de los Pontifices; y para cerciorarse de cudl era su mi- sion, le envian una solemne diputacion, con el tinico ob- jeto de preguntarle quién era. 7u-quis es? Al ver una embajada compuesta de los sabios judios, de aquellos que explicaban las Escrituras y debian instruir al pueblo en cumplimiento de su deber, pensara cualquiera que estos hombres pretendian instruirse 6 certificarse de que ha- bia venido su reparador para obedecer 4 sus mandatos, venerar su doctrina y su persona, y someterse en todo a su voluntad, y ciertamente no fué asi. Un deseo vano de saber quién era aquel hombre, una curiosidad de inves- tigar su doctrina, hé aqui los motivos que inducen al concilio 4 preguntar 4 Juan quién era. Zu guis es? Cu- riosidad vana, pues les dijo que no. era ni Elias ni el isiontslls

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz