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tarios, cuando hemos visto precipitada la mitad de los hombres en el sepulcro & consecuencia de ese azote que pocos diios ha recorrié toda la tierra? ,No quedé enténces confusa toda la ciencia médica, sin saber qué remedio aplicaria 4 la horrenda peste , que arrebataba en horas mu- chos millares de victimas? ,No nos llenamos de pavor al ver casi sistemadas esas hambres, que cada invierno abren tantos sepulcros para cubrir a los infinitos que mue- ren de inanicion ? Abusad, abusad joh hombres! del cuerpo que reci- biérais de Dios para que fuese templo suyo; convertidlo en instrumento de la sensualidad; entregaos indistinta- mente a todo placer, porque sois libres en vuestras obras; pero estad seguros que Dios destruiraé vuestras obras; El se servira de las causas segundas para condenar al exter- minto vuestros incrementos; fl restablecera el equilibrio 4 costa de vuestras cervices orgullosas ; hl] demostrara & la altanera razon, por medio de lecciones severas , lo que no quiere aprender con suaves inspiraciones. 4Qué con- secuencias sacaremos de aqui para nuestro propio interés, amados mios? Que debemos ser castos en pensamien- tos, palabras y obras; que debemos huir de la deshones- tidad, no sdlo como de un aspid que quiere matarnos, no sélo como de la cosa mas ofensiva de la santidad divi- na, sino tambien como de un atentado contrario 4 la Pro- videncia , 4 las leyes conservadoras de la naturaleza hu- mana, y que nos priva aun en la tierra de la poca felici- dad que pudiéramos poseer, pues por la lujuria vienen al mundo los huracanes, los terremotos , las guerras, los incendios, las hambres, las pestes y todos los demas azotes que nos afligen. Arrojémonos contritos 4 los piés de nuestro Salvador. jAh! Con su gracia atin podeis levantaros del cieno de la lujuria, hombres que os hallais manchados con sus in- mundicias. Pidamos al cielo sus auxilios , porque el com- ‘ Ben ©a

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