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44 mundo, y han de existir hombres de virtud herdica que = den honor a la Divinidad y contengan sus iras. Si; & los dos afios de Ja muerte de Noé vendra al mundo el Padre de todos los creyentes, cuando existen atin innumerables hijos de los virtuosos Sen y Jafet. Despues apareceran le- gisladores sébios como Moisés, sacerdotes santos como Aaron y Finés, reyes piadosos como David y Josias, los que serdn en todas épocas la trabazon que una 4los hom- _ bres entre si bajo una misma ley y religion, hasta que salga 4 luz el esperado de todas las naciones. _ Tengo, pues, ya demostrado hasta la evidencia que lo que llamamos castigo del cielo, no es mas que una me- dida providencial, de la cual Dios echa mano para soste- ner la humanidad en armonfa y hacer permanentes las leyes conservadoras del linaje humano, y creo que resi- - dira ya en vuestros espiritus esta conviccion. Se me ob- _ jetara que, no obstante esta nueva regeneracion, han con- tinuado las calamidades afligiendo 4 los hombres. Es ver- dad; pero tambien lo es que la lujuria ha tenido su rei- nado en todos tiempos: mirad esos imperios colosales que fueron el terror de la antigiiedad. Babilonia es ana capi- tal cuyos edificios estan disputando al tiempo su dura- cion; Ninive, Tiro y Sidon son el emporio de la civiliza- cion, del comercio y de las artes; la Grecia se eleva como por encanto 4 tal punto de gloria, que oscurece 4 cuantos la han precedido; Roma, semejante al tigre devorador que absorbe en sus fauces cuantas victimas se le presentan, destruye cuantos reinos hay en la tierra: esto es grande y asombroso; mirad sus templos y calles; observad la cond ucta de estos pueblos antiguos; su religion no sabe subsistir sino 4 fuerza de deleites carnales, simbolizados, no sélo en pinturas, sino 4un en representaciones teatra- les; los templos, los circos, los palacios, los jardines, las plazas, las calles y la tierra toda esté siempre manchada con tamafias obscenidades; horrorizada esta la naturaleza

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