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43 ; ; tros mayores? Sabed que es*un hombre que apenas se atreviera 4 comeler una falta de educacion delante de sus iguales, por no parecer grosero. ,Veis aquél que va remedando los aiios juveniles en todos sus movi- mientos, diciendo palabras picantes y chistosas 4 perso- nas de otro sexo? Es un... jah! levantadle la mascarilla que lo oculta, y encontrareis con sorpresa una frente _ arrugada, unos ojos lividos, unos labios sin animacion. Sino se hubiese cubierto las canas venerables que caen sobre sus sienes, jamas se habria atrevido 4 parecer licen- ~ cioso en presencia del piiblico, por no’ser tenido por un viejo libertino. Seguid a esa turba que corre en todas di-. reeciones. ; Qué horror! Hay en el ntimero de ella jévenes que apenas han concluido el tercer lustro de su existen- cia, doncellag que estan inicidndose en la gran carrera de la vida: los unos atin no se han despojado del honor de la virtud y de las impresiones del honor inocente por la cual acaban de pasar; las otras atin no han marchita- do la flor del candor virginal que hermosea su frente; pero jlos conoceis acaso? Alli va aquel jdven que en ac- titud de sumision se presentaba pocos dias antes ante sus maestros y mayores; alli va la virgen inocente que ape- nas se atrevia 4 levantar sus ojos cuando la dirigiais la palabra; ahora todos miran con altivez y hablan con arrogancia; la timidez, el candor, todo ha desaparecido entre las trasformaciones de los trajes y las sombras con que se encubre la fisonomia. Seguramente que un pincel delicado perderia el tiempo en darnos 4 luz el retrato de la hipocresia, pues lo tenemos delineado 4lo vivo en cuantos encubren su rostro para salir al publico, di- ciendo y haciendo cosas que los avergonzarian si se les escapasen sin feflexion, hallandose en su traje natural y 4 cara descubierta.: Pero ,qué hipocresia es ésta? Es una hipocresia monstruosa, que eldemonio no. pudo inventar sino des-

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