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un Dios irritado, un Juez inexorable, que da el fallo al cri- minal, sin apelacion de la sentencia. No intento afirmar que Dios quiera la condenacion de los hombres, lo que seria dar favor 4 la reprobacion positiva de Lutero; pero si diré, con el mismo Padre, «que Dios no endurece jamas el corazon humano, dindole la malicia, sino negando- le la misericordia (Ep. 194), por haberla despreciado: si diré que llega el caso en que, segun un Profeta (Eze- quiel , x, 42), Dios no se enoja contra los hombres, des- cansa su ira é indignacion, y se retira su celo: Auferetur -zelus meus a te. Pena gravisima, repito con San Jeréni- mo, cuando los hombres son abandonados 4 sus malda- des y pecados, y sobre ella hizo el sabio Origenes (Ho- ‘milia 8." in #vod.) una reflexion que debiera estar bien arraigada en nuestras almas. «Observemos, dice este elocuente expositor, la misericordia, la piedad y la pacien- cia de Dios ; cuando quiere usar de misericordia , dice que le aira y le indigna, como cuando dice por Jeremias que Jerusalen sera corregida con los dolores y los azotes para que su alma no se retire de ella; esta es voz de Dios que ejerce su misericordia echando mano del castigo, pues emplea su férula en el hijo 4 quien ama. Pero gquereis . oir una voz terrible del Dios enojado? Escuchad lo .que - afirma por Oseas, despues de haber referido los crimenes de Jerusalen; ya no visitaré los pecados de vuestras hi- jas, ni los adulterios de vuestras nueras (Osx., 4): Au- feretur zelus meus a te. Nada me importa ya, dice este Dios 4 los hombres que no corresponden 4 las inspi- raciones de su gracia; poco se me da que deis el honor a mi debido, 4 las criaturas; sean vuestro idolo las ri- quezas, 6el mundo, 6 la carne, 6 vuestro mismo cora- zon; ofreced yyestros inciensos 4 la mentira y al error; ya no cuidaré sino de vuestro exterminio en el dia de las venganzas: Auferetur zelus meus a te. Y este castigo cae sobre los hombres cuando la false-

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