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Rez, Ma ee en ee ee otro nombre que el de Dios, que es de si mismo y por si mismo, es decir, de un Dios que existe necesariamente, Dios eterno, inmutable, y con todo el lleno de sér: Quit est, misit me ad vos (Exod., w1, 14), ahora descubre & toda la tierra que su nombre es el de Dios fuerte, Dios celoso; - y asi, tanto importa decir que Dios es eterno, infinito, _ immenso, tinico, inmutable, justo y santo, como afirmar que es Dios fuerte, celoso de su gloria y vengador de los ultrajes que se hacen 4 ésta, como afirma el profeta Na- hum (1, 2): Zyo sum Deus tuus fortis, zelotes nomene jus. Si su misericordia, pues, es mas inmensurable que la distancia que separa al cielo de la tierra, el celo de su honor, el imprescriptible derecho de ver inclinada ante su Majestad infinita toda rodilla, es tan inconmutable, tan indivisible y tan indefectible como su divina esencia. _ Ahora, pues, siendo este derecho exclusivo de la Di- vinidad, y habiendo Dios, no sdlo plantado en el alma racional el gérmen de la Religion, sino manifestado 4 los hombres que quiere ser adorado; cuando éstos no,corres- ponden 4 los llamamientos de este Dios; cuando, abando- nada la verdad, abrazan el error; cuando, despreciando al Criador, se convierten 4 las criaturas y las adoran, ,qué exige el honor de este Dios ultrajado? Qué exige su jus- ticia? 4Qué el celo de su gloria? Por grandes que sean los tesoros de la misericordia, los cierra el corazon perverso, y hace que Dios empuiie la espada de su justicia, qui- tando 4 los hombres ingratos las luces de la fé: Au/ere- tur a vobis regnum Dei. Castigo espantoso, mas temible que las guerras que asolan los pueblos, mas formidable que las pestes y las hambres, mas horroroso que las sa— cudidas de los montes y las erupciones de los volcanes; en todas estas plagas que de vez en cuando cubren de luto @ la humanidad, Dios obra como Padre amoroso que ‘con la vara castiga 4 su hijo para su mayor bien, como dice San Agustin; pero al quitar 4 los pueblos la fé ya es