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74 tra la razon la veracidad de este discurso? Sin embargo, jqué miseria la nuestra! | * Desde el principio del mundo empezé a ser descono- cida esta verdad, porque la carne inventd su ciencia, opuesta 4 la ciencia de Dios; y como ni la Religion con toda su fuerza, ni la moral con sus bellos atractivos, vio- lentan el entendimiento humano, sino que lo llaman, lo excitan, lo.atraen por amor, las pasiones con sus impe- tus destruyen en el hombre los efectos que pudieran re- sultar, ahogando primero las inspiraciones de la gracia. Si; de un corazon corrompido facilmente se pasa 4 un co- razon perverso, pues el hombre dotado de razon propen- de por naturaleza a practicar por sistema lo que antes no hiciera sino por corrupcion; y si esto sucede en un indi- viduo, 4cuanto mas acaecera en un pueblo, en una na- cion, 6 en la masa toda de la humanidad, infecta en la levadura del pecado y olvidada de su Dios? Asi es que Dios, tan luégo como empezaron los hombres4 separarse de su ley, les demostr6, no ya con mano suave, sino con brazo fuerte, que erraban en sus caminos; porque los cas- tigos que nos atesta la historia no son otra cosa que un aviso dado por Dios 4 los que los presenciaban, para que, atemorizados , temblasen ante un Dios severo, supuesto que despreciaban a un Dios misericordioso.’Si la cunade la humanidad es manchada por un fratricidio, Dios cas- tiga la mano temeraria entregando al malvado 4 los fu- niosos remordimientos que lo despedazan dia y noche, y senalando su frente con una divisa que causa espanto 4 cuantos lo encuentren; si las ciudades nefandas, deja- do todo temor de Dios y de sus leyes, aumentan el ni- mero de sus crimenes horrendos, Dios, para ejemplo y correccion de los demas, las envuelve entre torbellinos. de fuego y las hace desaparecer de entre‘los vivientes. Apartanse los hijos de Israel del pacto de amor hecho con su Dios llegandose & las hijas de los madianitas, y

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