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; ee a ei pes Sa debo manifestar mi nada y mi imbecilidad;.dejaré mis - palabras y tomaré en mi boca las tuyas , aunque me con- sidero indigno; con ellas no temeré descubrir a este pue- blo los juicios de tu justicia y la fuerza de tu brazo aira- do; y si el mundo, hipécrita y embustero me criticase, yo podré. decirle, con tu gracia, que me habeis colmado con la fuerza de tu espiritu para anunciar sus maldades _ a Jacob. eT seat corey eet) ¥\¥ ° ; bie : a bed sae 4 . 2 2 ee rlcrerr hr’ AvE MARIA. , : PRIMERA PARTE. > mee oe aaa eta ees Siendo Dios el agente supremo de toda la naturaleza y conociendo con suma perfeccion las causas y sus efec- tos, necesariamente hemos de confesar que cuando sacé al mundo de la nada no hubo criatura alguna que salie- se de sus manos sino para llenar el fin proyectado des— de la eternidad en la mente divina. Este fin era la gloria del mismo Dios; pues no obrando sino por si mismo, ni - con otro motivo que el de manifestar sus atributos infi- nitos, no es posible que un Dios, celoso de su honor in- divisible, lo comparta con otro que no sea tan sabio, tan omnipotente ni tan justo como El; fl, pues, como tinico en la esencia y perfecciones infinitas, es el principio y el fin de todas sus obras, y las criaturas todas, en sus ac- ciones y movimientos, tienden necesariamente 4 publi- car y confirmar esta verdad. Mas entre todos los séres contenidos en los cielos y en la tierra, unos hay moyi- dos por causas necesarias, y otros por libres; unos de ér- den fisico, otros de érden moral; unos compuestos de pura materia, otros de materia y espiritu; pero 4 t dos se les han sefialado limites, prescrito reglas y sancionado TOMO I. 5 - ey ee oe eee Oe ee eA

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