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élavizados por las pasiones 6 enloquecidos por el vano Relig. , cap. 1, 8), al tratar de las luces de la razon. No hablo del estado de pura naturaleza, figmento de los filé- sofos impfos de nuestra edad, con que han querido hacer al hombre semejante y aun inferior & la bestia; el hom- bre fué criado en gracia, y por su voluntad pasé del es- tado de ella al del pecado; hablo, si, de las luces de la razon que el hombre participé de la divinidad’ y con las cuales nos sell6, como dice David, y estas luces hablan — imperiosamente al corazon humano, y le dicen que no lo hiciera Dios racional, espiritual 6 inmortal sino para que viviese en armonja con la razon divina; en una pa- labra, para que fuese religioso; fijemos aqui nuestra -atencion para vindicar en este dia la providencia miseri- cordiosa, tan vilmente ultrajada por los hombres que no corresponden 4 su llamamiento. No habia pasado un momento despues de la horrenda desobediencia de Adan, cuando Dios detuvo los pasos del pecador fugitivo; confiesa éste su pecado, mas como reo que como penitente, y esto no obstante, Dios, al hacer justicia del hombre criminal, le did una prueba nada equivoca de su amor, prometiéndole al fin de la senten- cia de justo juez la reparacion de padre compasivo; y hé aqui el hombre levantado de su caida, hé aqui restituido elhombre, por medio de la fé en este Redentor futuro, 4 la dignidad antigua y al fin con que fué criado, y con las luces de esta fS debia elevarse al conocimiento y amor de su Dios, y sujetar su apetito sensitivo mediante la gracia, aunque con un trabajo que no tuviera siendo ino- cente, y desde este momento ningun hombre, ningun pueblo, ninguna nacion podr4 quejarse de que Dios no le haya dado las Iuces necesarias para adorarlo y amarlo. Habiéndose conocido easi todos los Patriarcas desde Adan hasta Noé, supieron por la tradicion que habria un Re- espectaculo del mundo, segun San Agustin (lib. De ie. . 2.