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* intitil es registrar las historias de otros pueblos antiguos 6 modernos, pues no hay uno en quien no se encuentren vestigios de esta adoracion del Sér divino. Despues no encontrareis en los tres pueblos citados sino idolatrias y abominaciones; los dioses se multipli- can en las ciudades del Nilo tanto como los granos de se- milla arrojados en su ribera; la estupidez del hombre no s6lo adora las plantas inocentes, sino al cocodrilo carni- voroy destructor del hombre; Grecia, infatuada con las producciones de sus sabios y las victorias de sus soldados, no piensa mas que en divinizar 4 séres mortales; tan- ta es su locura, que, como afirma San Liicas, erigieron un ara al Dios que no hubiese llegado 4 su memoria, para que no hubiese fdolo alguno que no recibiese de ellos el mismo incienso profano; Roma, diré con San Leon, se hace dueiia de todo el mundo con sus armas, y se esclaviza 4 si misma, sirviendo 4 todos los errores de los pueblos que conquistaba; cuando el principe de los Apéstoles penetra en ella, no es mas que un recinto de fieras; se ha olvidado la idea del Dios verdadero; se han multiplicado los niimenes sensuales, y, para adorarlos, la lujuria es divinizada. 4 Qué indica todo esto, amados mios? Que la religion era necesaria 4 los hombres para honrar dignamente 4 Dios; que esta religion fuera reve- lada 4 Adan en la primera série del mundo, 4 Noé en la segunda, 4 Abraham en la tercera, 4 Moisés en la cuar- ta, y asi sucesivamente en todos los tiempos que prece- dieron al Redentor; que esta religion revelada 4 los Pa- triarcas del género humano fué la primera en todas las naciones, las cuales, no queriendo arreglar su moral pri- vada al dogma de la adoracion en espiritu y verdad, sino dar pabulo 4 las pasiones, fueron abandonando las tradi- ciones de sus padres; generalizada esta corrupcion, se perdié tambien la moralidad publica, desaparecié hasta el pudor, y enténces hasta el obsceno Baco y la librica

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