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48 a otros dogmas subversivos, como la panacea universal de las dolencias de nuestro espiritu; pero hablemos con claridad: 4 tiene la impiedad alguna prueba, ni aun nega— _ tiva, de estas aserciones? En vano la buscaremos; el in- crédulo no conoce otro criterio que el de negar; concibe en st. imaginacion una teoria, tan dificil de realizar como el tocar el cielo con la mano, y esto basta para que publi- que la consecuencia m4s errdnea, que no es otra que esta: «Esto es posible; luego ha existido ;» conseeuencia que no deduciria un salvaje atenide: f a las simples luces de Ja razon. Sin embargo, cuando se trata de una cosa tan intere- sante como la adoracion de Dios, es preciso aducir prue- bas positivas y ciertas, y éstas las tenemos en todos los sabios antiguos, en todos los pueblos -y naciones; por la ee ‘historia antigua nos consta, hastala ultima evidencia, que Dios revelé 4 los hombres su unidad y los derechos que tiene 4 nuestras adoraciones. No hablo ahora de los. . Patriarcas; facil me fuera demostrar que, por unasucesion - admirable y providencial, no bajé uno de los antiguos héroes de la Religion al sepulcro sin dejar en la socie- dad hijos y compatieros de sus creencias; leed y vereis que no muere Adan sin tener 4 millares hijos y nietos en Seth justamente llamados hijos de Dios, porque lo adoraban en espiritu y verdad; no han muerto éstos, cuando han venido al mundo. los Matusalenes y Noés, en cuya centuria, corrompida la tierra con crimenes de toda especie, el mundo es purificado por un cataclismo; no hay enténees en la tierra sino ocho almas, y todas adoran 4 Dios con el culto mas puto. Continuad leyendo; atin no han bajado 4 la tumba los hijos y nietos de Noé, y ya son hombres perfectos Abraham, Isaac, y otros que profesan la misma fé y religion. Desde enténces, no hay necesidad de referir hechos ni genealogias de justos, pues todos las conocen , y todos nos gloriamos de ser en

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