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fuentes torrenciales que contiene en sus entraiias; de ese poder que toca con la punta del dedo 4 las moles in- mensas de los montes y las vuelve ailicos; de ese poder que coloca un pendon en la ctispide de una montafia, y congrega 4 los pueblos para el gran dia de su ira y sus venganzas contra los impios; de ‘ese poder que derroca imperios en un instante con la misma facilidad que si fueran la choza de un zagal 6 el = de un guardador de vitias 6 de melonares. | No es, por tanto, muy dificil el examinar el por qué de esas guerras, de esos trastornos y de esas colisiones frecuentes en la sociedad , que se estan viendo hoy con - tanta frecuencia, y quizas con mas frecuencia que en tiempos pasados. En todas las épocas del mundo ha exis- tido la guerra contra Dios; pero el racionalismo, triunfan- te hoy en los consejos de la politica, casi en todas partes se ha cubierto de coraza y se ha armado de piés 4 cabeza para combatir contra Dios, contra su Hijo, contra su Igle- sia, contra la misma ley natural, contra los principios eternos de derecho y de justicia, hollando la ciencia de Dios, despreciandola y empefiandose en que ni siquiera se ha de pronunciar su nombre, ni se ha de registrar su Cédigo eterno para fabricar leyes humanas, ni se ha de atender 4 otra ley y 4 otro derecho, ‘sino 4 la fuerza, al numero, al poder del oro, para gobernar al mundo, para engrandecerse, para formar imperios, para poseer lo propio y lo extraiio; y hé ahi que Dios echa mano de su poder, eumpliendo su Hijo con lo que manda su Padre desde la eternidad, cuando le dice: 7% gobernards & las naciones con cetro de hierro, y las quebrards como & pote de alfa- rero. (Ps. i, vers. 9.) Esas revoluciones que afligen 4 los corazones rectos, esos levantamientos inesperados de hombres furiosos que enarbolan el pendon de Ja apostasia de Dios, del sacrile- gio, de la rapifia, de la violacion, del robo, del plagio, *