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S41 de Dios para conocer los misterios, y de la revelacion para aprender la ciencia de gobernar 4 la muchedumbre. «;jFuera, pues, del mundo Dios con sus leyes (ha dicho el racionalismo en su embriaguez y en su locura); fuera de la sociedad todo nuimen que no sea la razon humana; fuera todo yugo , todo deber, toda obligacion que se quie- ra impouer al hombre, sin que él lo consienta, pues es un soberano con derechos inmanentes, imprescriptibles é ilegislables, es decir, no — a ningun poder, 4 nin- guna ley!» i;Temeridad insensata ! No os escandaliceis , mis ama- dos oyentes, ni os asalte el pensamiento de que esto era ‘nuevoen el mundo, ni mucho ménos de que el racionalis- mo dela ciencia carnal y diabdlica ha de prevalecer con- tra Dios y contra la Iglesia catélica, en cuyo seno esta la representacion de su sabiduria y de su poder. Hace ya muchos siglos que, como lo acabais de oir, un angel quiso sentarse en el trono de Dios, y qued6 convertido en demonio impotente, y reprobado y condenado 4 las penas eternas del Tartaro (Isai., cap. xIv, vers. 13); hace muchos siglos que el impto dijoen sw corazon: no hay Dios (Ps. x, vers. 1), y no hizo mds que expresar su deseo de que no lo hubiese, para no caer en sus manos. Hace siglos que, reuniéndose en concilio contra Dios, los malvados dijeron con furor: Rompamos sus lazos, arroje- mos de nosotros su yugo (Ps. 1, vers. 3); y Dios, que ha- bita en los cielos , se rid de ellos, y les hablo en su ira, y les hizo aflicos como 4 un vaso de miserable arcilla , des- apareciendo todos de la haz de la tierra. ;Emanciparse de Dios! ;Arrojarlo del consorcio de los hombres! ; Ah! Los hombres haraén cuanto quieran para ninuiield de si, pero Este estara 4 su ladoy los per- seguird con los terrores de una conciencia que turba sus orgias de dia y los atormenta con visiones horrendas de noche. Ellos se obstinaran en decirle, con otros impios t | H 5 » Re |