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a on ona ea— Si a i ee ae es =. ore 5 e = 3 2 mayor parte del mundo, sino que ha hecho que la civili- zacion tomase un sesgo perjudicial, convirtiendo los hombres 4 la avaricia y 4 la ambicion, materializando todas las ideas que elevan al hombre, y fijando nuestra atencion en obras puramente materiales, en lujo, en sen- sualidad, en maquinaria, llevando su ardimiento hasta el extremo de canonizar las rebeliones, para que esté el mundo siempre cubierto de luto, para inundar los pue- blos de sangre, para tener siempre en movimiento 4 los pueblos, y hacer de este modo que, entre el bullicio de las revoluciones y el estrépito de las armas, no se acuer- den los hombres de salvar sus almas. x jAnatema, pues, 4 la herejia! ; Anatema 4 la filosofia incrédula! ; Anatema al racionalismo! Por nuestra parte, adoremos 4 este amantisimo Jesus, que tanto trabaj6é para salvar nuestras almas ; adoremos esta santa Cruz, Trono del Dios paciente y bandera de su ejército. ; Ah! Si sabe- mos infaliblemente que nadie puede salvarse sin creer en Ti, joh dulce Jesus! ,por qué no hemos de tener siempre nuestra vista en tan firme apoyo? Si sabemos infaliblemente que ni los sabios, ni los ignorantes, ni los tiranos, ni los herejes, podran jamas destruir tu doctri- na ni tu Iglesia; si sabemos que, asi como has triunfado diez y nueve siglos, triunfaras hasta la consumacion del mundo, 4cdmo es, joh Dios mio! que, abandonando tu ley, nos afiliamos 4 la bandera del error, queriendo sacudir el suave yugo de tus preceptos, que no tienen otro fin que nuestra salvacion? Si sabemos infaliblemente que Ti has condenado para siempre la falsedad y mentira, la hipoeresia y el dolo, dandonos el sagrado cédigo de los Evangelios para que lo meditemos dia y noche, gpor qué tomamos en nuestras manos esos libros impios, donde. se aprenden las rebeliones, las intrigas, los dios, los envenenamientos, la lujuria, la idolatria? ; Dios justo! Rh 4 ee Bs £ Oe y eer rs * Rio ral. . Perdonad nuestra irreflexion é inconsecuencia; nosotros