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a ee eee Sema ae Pe Eee a eee a nnn ae oe menwan ; Ah! Si atin teneis fé , elevad por un momento vues- tras miradas al cielo; en trono de esplendentes y apaci- bles nubes esta sentada la Majestad divina con los brazos extendidos y el corazon abierto, dirigiéndoos una mirada de amor y de piedad ; su alma se contristaria si no qui- siéreis corresponder al amor que os manifiesta : todo su deseo esta reducido 4 estrechar entre sus brazos y seno al desventurado pecador; tenia en su mano la espada vengadora para descargarla sobre los hombres crimina- les, y en este momento acaba de arrojarla. «Paz, dice, paz sea dada 4 los hombres de buena voluntad : abrid, dice 4 sus dngeles, abrid los libros de la vida, escribid en ellos los nombres de cuantos habitan en esta ciudad, pues © quiero salvarlos; preparad las mas preciosas estolas de la gracia, pues quiero hermosear con ellas a mis hijos, que por muchos afios han estado léjos de Mi, pero que van & volver al lado desu Padre; preparad tambien her- mosas coronas, ensefiadlas 4 los pecadores, para que sé animen 4 merecerlas. Me han agraviado los hombres; me han despreciado, han irritado mi justicia; pero me acuerdo de que el hombre es polvo, de que sus dias son como la flor del campo, de que su naturaleza es fragil, de que su corazon esta inclinado al mal, de que su carne lo arrastra hacia el pecado: Yo no puedo decidirme a condenarlo ; es mi imagen, es mi criatura predilecta ; Yo me he hecho semejante 4 él en la naturaleza humana; quiero perdonarle, quiero hacerle participe de mi amis- tad, para que vivamos juntos por toda la eternidad.» Al dulce sonido de esta voz que nos convida con re- mision y misericordia, gquién no respondera? gQuién sera tan ingrato contra Dios, tan cruel para consigo mis- mo, que desprecie los servicios amorosos y la dicha eterna que se le ofrece? Si asi sucediese , temblemos; al lado del trono de misericordia estan los santos angeles escribiendo en el libro de la vida los nombres de los que