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hubiese diferencia alguna entre el santuario y el circo, entre el lugar donde el hombre levanta sus mangs al cielo para pedir perdon, y aquellos que el mundo ha deputado para ostentar sus locuras; pero joh Dios de amor! espe-— ramos que no serd asi; y creemos que tu Evangelio sera anunciado a los pueblos hasta el fin de los tiempos, sin que puedan alterarlo los caprichos humanos; sabemos que nos asistirds hasta la consumacion de los siglos; sa- bemos que cuando nos hallamos legitimamente en esta sagrada catedra para combatir 4 los enemigos de vuestra Religion y de la moral que ella nos ensefia, no hablamos por nuestra boca, sino por el Espiritu‘ Santo, que anima nuestras palabras. Si, amados mios , y con esta creencia yo no he dudado en explicaros la doctrina que acabais de oir, y que yo quisiera ver grabada en vuestros corazones. — Por los motivos que os conducen al templo a oir la pala- bra divina, podreis ver si la ois con un corazon décil; mas no basta esto alin, pues es indispensable practicar lo que se ha oido. La palabra de Dios, dice San Pablo, es una neooiied para los que perecen ; pero para los que son salvos, es la virtud de Dios; pero gqué virtud es ésta? gs acaso aque- lla con que extendié la hermosa béveda del firmamento, 6 consolid6 la tierra, 6 formé las aguas? No, amados mios; la palabra divina es la virtud en la cual Dios aparece mas poderoso que en las obras de su creacion; porque por la palabra, dice el mismo Apéstol, quiso el Sefior que se salvasen los creyentes: Placuit Deo per stultitiam predi- cationis salvos facere credentes. 4X quién ignora que la salvacion de un alma sola es obra mds grande que la ereacion de este mundo? Para eriar.los cielos, la tierra, los mares, los hombres y los angeles , no fué necesario sino un acto de la voluntad divina ; pero para salvar al hombre es indispensable que concurra la voluntad huma- na; de tal modo, dice San Agustin, que Dios que hizo ,

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