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para blasfemar de ellas! Pero no, amados mios; no me propongo por hoy atacar 4 esta clase de horabres: y asi os voy 4 ensefiar el medio de oir la palabra de Dios, para que os sea fructuosa y no os endurezcais, como los fari- seos del Evangelio; en una palabra, os diré que la predi- cacion del Evangelio se ha de oir con docilidad y senci- llez de corazon. Ave Maria. - ¢ Para que el hombre supiese las voluntades del Seiiot era indispensable el ministerio de la palabra, no porque Dios no hubiera podido comunicarse al hombre por medio . de ilustraciones interiores 6 infundiéndole una ciencia completa, tanto de las cosas naturales como de las sobre- naturales, sino porque, habiéndole Dios criado compues- to de dos sustancias, una espiritual y otra material, aqué- lla no obraria ‘sino por medio de las operaciones de los sentidos, como é6rganos de sus percepciones. Mucho mas habiendo caido el hombre, pues enténces, herido tan no- - tablemente su libre albedrio, estragado su entendimien— to, y su voluntad inclinandose hacia el mal en todo tiem- po, el hombre tenia necesidad de una voz imperiosa que infundiese terror al pecador, diese animo al justo, y en- sefiase 4 todos los caminos de lasalvacion. Por esta razon Dios, como afirma el Apdstol (Hebr., 1, 1), queriendo ins- truir 4 los hombres en la economia de Ja eterna salud, hablé por medio de los Profetas, y nos manifesté de va- rias maneras las verdades que nos conducen 4 nuestro ultimo fin, ya con palabras, ya con tipos y figuras, 4 las veces con visiones y apariciones sensibles. De este modo se nos manifesté el Sefior por los Patriareas y por los * Profetas, desde Moisés hasta Malaquias, no cesando ni

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