BCCPAM000591-3-10000000000000

2 fines muy distintos, encierran estas dos ciencias entre si: la ciencia divina edifica, la mundana destruye; ésta llena de orgullo el entendimiento, y aquélla Jo humilla, lo anonada y lo encierra en los limites prescritos por el Sér Supremo; la ciencia divina hace al hombre justoy santi- ficado, y la carnal lo vuelve reprobado y perverso. Asi es que el pecado de los que resisten 4 la ciencia de Dios - noes un pecado de ignorancia 6 debilidad, no; es un crimen espantoso de malicia y perversidad, en el que — el hombre pone todo su conato para resistir 4 su Dios, y aun para destruir, si le fuese dado, sus obras y desvir- tuar los principios eternos en que estriba su régimen ~ providencial. Por la misma razon, Jos medios de- que el hombre se vale para resistir 4 los principios inmutables son muy diferentes de aquellos que emplea para perpetrar los pe- cados de ignorancia 6 de fragilidad; en éstos, 6 el hombre no tuvo conocimiento de la ley y la infringid, 6 acaso su- cumbié 4 Jos halagiiefios ataques de la carne, 6, ciego en su pasion, no vid el abismo donde se precipitaba, y no sin razon el Profeta pedia al Sefior que no se acordase de los delitos de su juventud y de sus ignorancias ; pero cuando el hombre se propone atacar 4 su Dios, resistien- do 4 su palabra por medio de los elementos de la ciencia mundanal, joh, amados mios! enténces no es un David @ quien una mirada indiscreta conduce 4 un pecado carnal; _no es. un prédigo que, ansioso de una libertad cuyos pe- ligros no conoce, se echa en los brazos de los placeres, creyendo que léjos de su padre ha de ser feliz ; pero si es un malvado que no quiere comprender la verdad para-no sufrir sus consecuencias: un criminal que, sintiendo so- bre si la fuerza de la verdad, la rechaza, y volviéndose-al Supremo Sér, le dice en su furor: Recede a nobis scien- tiam viarum tuarum nolumus. «Apartate de mi, pues no _ quiero saber tus caminos.» petites catia3 ES uous a a aia diy

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz