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. 94 : ¢ la jovaieare, los reyes y los pueblos. Esta bestia feroz de la soberania de la muchedumbre, es la heregia social, que tiene envuelto al mundo en guerras sangrientas- Destruidas las m4ximas eternas do. que los reyes reinan por la voluntad de Dios, y desterrado el derecho de sucesion, subrogandolo todo’ por el dogma popular de la soberania procedente de la union de muchos, la pri- mera consecuencia es la debilitacion del principio de autoridad, y el robustecimiento de los principios que ' * favorecen los levantamientos inicuos, las agresiones in- justas, las pretensiones inauditas y ridiculas de los mds atrevidos. Cuando se profesaba la doctrina de que toda potestad baja de Dios, y se tenia por ley fundamental el derecho de heredar la corona una famila, se respeta- ban en el rey dos personages, el que habia heredado de su padre la corona, y con ella el derecho de ser rey, y el que estaba investido de autoridad bastante, bajada del cielo para mirar por el bien comun, castigando al malo, protegiendo al bueno, y siendo padre del pueblo, defensor del huérfano y de la viuda, y sobre todo, pro- tector de la religion, y el primero en observar sus pre- ceptos. Entonces, 4 nadie podia ocurrirsele la idea de que, algun dia quizds podria ser rey de un reino, cuyos poseedores eran acatados, como se acatan las demas he- rencias bajo la salvaguardia del derecho natural, que da accion & poseer. Entonces habia en la autoridad conciencia de su de- recho, del derecho que tenia 4 mandar: entonces tam- bien habia en el pueblo conciencia de su deber, del de- ber que tenia de obedecer 4 la potestad, respetando en el que la ejercia algo mas que lo que ve en cada uno de los demas hombres. Esta era la ley, este su impe- rio; y como todos creian con el apéstol, (1) que nacian (1) Rom. cap. 13. vy. 1.

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