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89 Ahi se presenta uno, que ‘pretende ser soberano; y si tiene algun banquero que le dé unos cuantos millones, pronto se le veraé comparecer repartiendo dones, pro- metiendo grandezas, y echandela de magnanimo, de valiente, y de bizarro, para formar una atmdsfera des- lumbradora entre los grandes, los estadistas, y los lite- teratos, mientras que manos ocultas van recorriendo pueblos y aldeas, derramando oro y tarjetas con un nombre altisonante, 4 quien se le ha de dar el sufragio. Hoy diaseria dificil hallar hombres como aquel gran general de Atenas, 4 quien un plebeyo le presenté la concha, suplicandole, que escribiese en ella su nombre y junto 4 él ostracismo, lo que hizo gustoso, ddndose él mismo un vote mas, para salir al destierro. Despues se dice, que el tal ,6 el cual, fué electo emperador 6 rey por sufragio universal, mientras que la verdad es, que el suftagio de los pueblos estuvo incubando en las ca- jas del banquero, y en el corazon ambicioso del que pretendia subir y reinar’ Ahi viene otro, que habla co- mo un tribuno, y arenga 4 las turbas, -anuncidndolas dias felices, y eras de oro, sin erogaciones, sin contri- buciones, y sin gabelas, vy prometiendo, 4 unos, destinos, 4 otros, empleos, 4 estos, ascensos, 4 esos, honores, 4 eso- tros, cuanto quieran: jlos simples! no*saben, que ellos estén formando pedestal para aquella estatua, y escali- nata para aquel pretendiente: no tardarén mucho en verlo por experiencia: lo que buscaba el predicador de callejuelas, era embaucar, para que aceptasen tarjetas los plebeyos y engrosasen su candidatura: y gdespues? Despues se centuplicara la contribucion, los pobres se quedaran pobres: los aspirantes, hombres de deseos: los halagados, vacios, y todos burlados: ménos el ambicioso por supuesto, pues 6] se bused los votos, él los gané con palabras, con. promesas, y con dinero; él se hizo representante, él empleado, él manejador de los teso-

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