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76 brar ya, porque para hacerlo, era preciso ir contando casi 4 todos los encargados de gobernar hoy dia 4 los hombres. Pero, lo que es digno de notarse en esta sus- titucion de la politica antigua por la moderna, es que eso ha sucedido asi por haberse ido separando los prin- cipes poco & poco de aquellos principios que recibieron de la Iglesia, y adhirendose 4 doctrinas nuevas, que brotaban de las plumas envenenadas de los filésofos. | Los nuevos politicos han basado la autoridad en prin- cipios contrarios al derecho natural y divino, pero con los cuales halagaban el amor propio de los _principes: todo les venia del derecho divino, segun ellos, y esto bastaka para alucinarlos. ;Para qué querian enténces mostrarse tan déciles al que representa 4 Dios en la tierra, si ellos valian tanto como él en el derecho de~ mandar. ;Qué no han ido concediendo gradualmente esos politicos 4 los reyes? A ellos se les ha dicho, que en su reino toda autoridad 6 jurisdiccion emanaba de la corona; y que aunque tuviese aquella la naturaleza 6 prerogativas mas sublimes, nadie tenia derecho 4 ejer- cerla sin su consentimiento; ellos oyeron decir 4 mi- nistros filésofos, que ninguna sociedad ni corporacion podia tener vida social en sus reinos, sin el beneplacito del monarca; que ningun otro monarca, cualquiera que fuese su soberania, tenia derecho 4 imponer su volun- — tad 4 ninguno de sus stibditos: los monarcas se vieron _elevados, encumbrados, y casi divinizados y les costé muy poco disputar al mismo Soberano Pontifice su autoridad. Es decir que Ja nueva politica de los filéso- fos respecto de los reyes, ha tenido por objeto hacer 4 los reyes, revolucionarios, enemigos del derecho de otros, y, lo que mas choca, enemigos de sus propios © derechos. Témese por punto de partida, que todos esos reyes eran hijos de la Iglesia, y hasta podemos decir en un
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