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57 ;Qué valentia en el entendimiento! |Qué firmeza en las ideas! jQué solidez en las sentencias! jqué vuelos tan sublimes y celestiales! jqué grandor moral en el enca- denamiento de unos siglos con otros! Entre tanto, vinieron los filésofos con sus teorias, y podemos decir que coacervaron en el mundo de las in- teligencias el mas craso vacio. Dos han sido las es- cuelas que ha establecido la filosofia moderna, para con- ducir al mundo al estado en que se halla: dos nada mas ‘son, y por mucho que se discurra, no se encontrarén mas: y son tan antiguas en el mundo esas escuelas, que ni el mérito de la invencion tienen los hombres del dia, por no haber tenido ellos més tarea, que la de desen- volver algun pergamino vetusto, salvado del incendio por los cuidados de los anacoretas de la edad media, 6 registrar algun fragmento de la filosofia de Porfirio y de Juliano, conservada por los Padres primitivos, para que los filésofos de la tiltima época del mundo pudiesen ver colorear sus mejillas, si aun les quedaba algun resto de pudor, al reconocer su cuna. Digan lo que quieran los filésofos modernos, el ob- jeto de su filosofia es destruir la religion catélica: junto 4 este objeto inmediato se ve levantarse una tendencia lejana, cual es la de destruir la sociedad. Para lograr el objeto inmediato, se instituyeron desde muy atras dos escuelas de filosofia, en una de las cuales la légica, la dialéctica, y la argumentacion eran el sarcasmo, el ri- diculo, la risa y la mofa, y en la otra el racionalismo, y con él las quimeras, los entes fabricados y las ideas mas extravagantes. Hay que desengafiarse: en nada se diferencia la escuela de Porfirio, de Juliano, de Celso, de Hierocles, y de Luciano y Crescencio, quienes, segun Lactancio, (1) se tenian por sabios y filésofos, y no su- (1) Divinar. Institution. Lib. 5. eap. 2.

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