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52 ae: odell LA FiLesoFiNP Eh CONCILIO. sofia y concilio, si consideramos 4 aquella en el terrea donde la colocé el gran filésofo de Roma, quien dijo de ella estas sentencias: sin la ensenanza de los filésofos no podemos juzgar las cosas que son verdaderas y las que son falsas ;¥ qué diré de la vida, de los oficios peculiares de ella, dela virtud, de las costumbres? Poco 6 nada se puede saber de esto sin la filosofia. (1) Es decir, que lo que la filosofia se propone hacer segun las luces natu- rales de la razon humana, buscando la verdad en todas las cosas, distinguiendo lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, y diciendo con las primeras inspiraciones de la sidéresis, que se ha de amar el bien y se ha de huir del mal, es lo que el concilio va & hacer, teniendo delante de su vista el faro de la revelacion, para cami- nar con pié firme en medio de ese océano de opiniones humanas, y decir despues con certeza sobrenatural lo que hay de cierto y lo que hay de erréneo en esas mis- mas opiniones, condenando las erréneas, confirmando con su sancion solemne las verdaderas, y diciendo al mundo: este, y no otro, es el camino de la verdad, y de la vida. La filosofia es escuela humana: el concilio lo sera divina: aquella puede errar, el concilio no. La filosofia no puede presentarse delante del condi. lio, sino como la criada delante de su sefiora, sino hay que conducirla, como se lleva al reo al tribunal que lo ha de juzar, como en efecto le ha de suceder esta ven. ee (1) Cicer, in Tuscula. ‘- sees

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