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: 50 derecho que tienen descendido de arriba, para ensefiar a los fieles y gobernar la Iglesia: toda su fortuna esta cifrada en descubrir 4 todos los tesoros de Ja verdad, en defender la fe, y en dar su vida por ella, si conviene. Su tinica aspiracion es ayudar 4 su hermano mayor, al que es su cabeza, al que ha recibido de Cristo el cargo del magisterio universal, aprobando con él, condenan- do con él, hablando con él, y ensefiando al mundo con él; pues sin él, y sin est4r con él, tienen conciencia de . que no pueden ensefiar, ni aun 4 la porcion del rebaiio de Cristo, que 61 mismo como Vicario suyo lés ha en- comendado: en Roma, y léjos de Roma, su doctrina ha de ser la del Vicegerente de Cristo. Cuando empiecen 4 tratar sobre los errores, que los hombres de estos tiempos han derramado en las ciencias y en la politica, para condenarlos, dirén todos con san Agustin: Roma hablé y esté concluida la discusion, y no diran otro ana- tema, sino el que Roma tiene pronunciado. (1) 5 En restimen y para concluir: hay necesidades apre- miantes en la sociedad, & cuyo alivio corre presuroso (1) Largamente pudiera probarse que esto ha sucedido desde que San Sil- ‘ vestre envié 4 Osio 4 Nicea, San Celestino 4 San Cirilo de Alejandria 4 Efeso, y San Leon Maguo 4 cuatro obispos y cardenales & Calcedonia. Pero baste exa- minar lo que ocurrié en el concilio de Trento, respecto de condenar los errores de Lutero, pues mucho antes que se congregara, el Papa Leon X. los habia_ condenado ya todos en la célebre Bula Exurge Domine que did contra el here- siarca en 1520, De tal manera, que los obispos de la Iglesia catélica no tuvieron mAs que reunirse y leer la condenacion del Papa para decir con santo énfasis: hae est ‘Adee Patrum, publicando en seguida el anatema eterno contra el error. .Véa- se lo que Nuestro Santisimo Padre dice en este particular. «Nos con el auxilio «divino desde los primeros dias de Nuestro sumo Pontificado no hemos cesado «jamais, segun Nos obligaba Nuestra pesada carga, de levantar nuestra voz por «medio de Nuestras alocuciones consistoriales y Nuestras diversas Letras Apos- utélicas, y defender constantemente con todas Nuestras fuerzas la causa de «Dios, y de su santa Iglesia, 4 Nos confiada por Nuestro Sefior Jesucristo, y «los derechos de estu Sede Apostélica, de la justicia y de la verdad, de descu- «brir las asechanzas de los enemigos, de condenar los errores y las falsas doc- «trinas, de proscribir las sectas de impiedad y de vigilar, y proveer para la sal- «vacion de toda la grey del Seftor.» (Bula de convocacion del concilio.) Véase que cimulo de Letras Apostélicas no tendran los obispos 4 Ia vista, expedidas desde que la herejia, vistiendose con el manto sedoso de filosofia, empezé 4 atacar la autoridad dela revelacion hasta nuestros dias, en los cuales ya se presenta imperiosa, descarada, y desafiando 4 la Iglesia. Mucho tienen que condenar los Obispos: pero todo esté condenado por la santa Sede Apostdélica.

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