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en eee eee Seca ee ete ee rT z ey ee eee re To aes eeaeeatieneiniinesesteen cade as ogi eae ee a 46 que les siguieron, de combates, de palenques, de lides sin fin, y de martirios. El protestantismo esté en la vis- pera de sus funerales, y bien puede suceder, que los mismos que han dado honores al cadaver, sean quienes - lo encierren en la fosa. Muy «til ha de ser el concilio para nuestros pobres hermanos, que se han separado de la Iglesia catélica, arrastrados en su principio por la violencia de la per- secucion mas cruel que hubiera despues de los siglos de los martires, educados mas tarde en escuelas here- ticales, y connaturalizados por fin con el error 7 el cis- ma, y por no haber visto otra cosa en su cuna, ni haber mamado sino leche inficionada. Pero, mas ttil ha de ser para los pueblos catélicos, cuyos hijos se vigoriza- ran en sus creencias, se afirmarén en la fe, y tendran en adelante vista de lince para discernir lo verdadero y lo falso; lo permitido y lo prohibido, lo justo y lo in- justo, lo sincero y lo sofistico, la religion, y la politica, la politica del evangelio, y la de la felonia, el derecho legitimo, y las’ invasiones, la justicia y la violencia, la posesion segun los principios de la ley natural, y la que ensefian los jurisconsultos’ de la revolucion, la cien- ° cia verdadera, y la falsa, y, por fin, 4 Cristo, y 4 Belial, 4 Cristo, y al antecristo, y la verdad, y la mentira. Nos falta hablar-del otro extremo: muchos hombres se quedarén como estaban y aun ‘se haran peores aun- que se celebre el concilio, y aunque hubiese un concilio permanente. Son estos los sefialados por el Espfritu Santo en aquella sentencia que dice, que cuando el ma- lo, llega al complemento de su malicia, lo desprecia to- do: (1) se quedaran estos como estaban, y otros se haran peores, porque escrito est’ tambien, que los hombres perversos progresarén de mal en peor, errando ellos, é (1) Prov. cap. 18. v, 10,