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een ee See eee , Rep iaenipcntanseeopetieee iene nee ee = 42 proveerles de grandes remedios, cuando existen males grandes y extremos. Asi, al reunirse hoy los obispos del orbe catélico, Dios manifiesta una vez mas lo mucho que desea que el mundo retroceda de los caminos de la iniquidad, para no verse el obligado 4 descargar sobre él sus iras. Otro tanto respectivamente hace el Vicario de Cristo, que se descubre grande, prévido, solicito, sa- — piéntisimo, y misericordioso. Sucédele en esta ocasion solemnisima lo que al médico de cabecera de un enfer- mo muy grave, quien, sabiendo que ha puesto en prac- tica todos los remedios para conservar la vida al do- liente, dispone sin embargo, que haya junta de otros médicos, para ver todos juntos lo que puede hacerse en tiltimo resorte en beneficio del enfermo. Tres frases caracterizan la naturaleza de esta necesidad, y nos ex- plican su esencia metafisica: Dios, en fuerza de su amor hdcia el mundo, dispone en su providencia que haya esas grandes asambleas de los obispos, para conmover al mundo con un acontecimiento asombroso y extraor- -dinario, ya que se adormece y hace poco caso de las voces | de ese magisterio de la Iglesia, que nunca cesa de lar. El Sumo Pontifice, vicegerente de Dios en la tierra, tiene el deber de trabajar sin cesar en la conservacion del derecho, de la justicia, de la religion, del dogma y de los preceptos morales : y viendo que su voz no es tan atendida como debiera serlo, llama 4 to- dos sus hermanos, para fulminar todos juntos anate- 4 ma & los errores religiosos, politicos, y sociales, y de ese modo dar algun descanso 4 su corazon, agitado sin cesar, al ver que la sociedad se precipita en una ruina lamentable. Asi tambien satisfar4n sus deseos de dar, mayor gloria 4 Dios cada dia, de procurar 4 la religion nuevos triunfos, de abrir las sendas de la salvacion 4 todos los que estén en el error, de confirmar’& los bue- nos en la fe, y de hacer palpable 4 los malos lo justa

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