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Hue: ' : 30 riamente en alcbres ‘elite concilio,» (el tridentino.) . Esto mismo repetia Pio cuarto, al hablar de la conti- nuacion del concilio, (sesion 14.) y esto es tambien lo que ha proclamado 4 la faz del orbe catélico nuestro santisimo Padre, al publicar el concilio ecuménico, que ser4, sin duda, el mds célebre de cuantos ha habido. Los Padres oirdn la voz del Padre universal, franquea- ran los mares, tomaran tierra en las playas de Italia, llegaran 4 Roma, se reunirén bajo la inmensa béveda del Vaticano, y alli, todos undnimes, repetiran las pala- bras con que en el concilio quinto de Letran fué salu- dado el Sumo Pontifice por los obispos. «Habiendo sido tii, le diran, Beatisimo Padre, constituido Principe tinico y supremo de tan grande reptblica: habiéndosete _ dado la potestad suma y un imperio divino, 4 Ti te pertenece reformar la Iglesia, corregirla, ilustrarla, asi como has sabido levantarla, cuando se encontraba opri- mida por las armas. Para esto te ha concedido Dios el Principado y la dignidad; la salud, la vida, la libertad y todos los bienes de la reptiblica, todo esté entregado 4 tu sabiduria y 4tu potestad. Para asegurar todo esto habeis convocado, 6 Padre Santisimo, 4 cuantos esta- mos en esta santa asamblea.» (1) Hay ciertas coincidencias en la historia que no pue- den menos de llamar la atencion aun del hombre mé- nos observador: una de estas es lo parecido que son los dos concilios, que con mas ansia quizds se han de- seado en el mundo, el niceno primero, el vaticanense primero. jCosa rara! Habian pasado tres siglos sin con- cilio general: veiase el mundo oprimido por una carga horrible, que lo ahogaba y lo aniquilaba: el nuevo dog- ma introducido. por el presbitero de Alejandria habia -sembrado la confusion y el espanto en toda la Iglesia. (1) Marcell. Christophor. orat. in concil. V. Lateran. Sag a iy iii i a
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